Tan calmo como un naufragio en mares cálidos….
El sol, tibio, destellándose en colores largos,
y una barca de madera sosteniéndonos de pie.
y una barca de madera sosteniéndonos de pie.
Sumergimos los pies en la inmensidad.
Tan calmo como ver ese horizonte de verano… con la seguridad de que nunca lo alcanzamos, pero siempre nos acercamos;
Con la inocencia de sabernos moviéndonos
Y el olvido de que el cielo, también lo hace.
Los pies, que parecieran tener ojos en esa profundidad, nos empiezan a invitar,
a chapotear nuestra integridad.
a chapotear nuestra integridad.
… y allí van, como gaviotas glotonas
nuestras piernas unidas a darse esa zambullida.
Y llega el tronco perezosos, ondulándose un poco
Cosquillas y nervios,
Verdes y amarillos.
Suspiro.
Liliáceo este lago de mi lado
el ombligo en la nariz
…y la nariz en el tintero!
¿Cuánto durará la verticalidad ante tanta espacialidad?
el ombligo en la nariz
…y la nariz en el tintero!
¿Cuánto durará la verticalidad ante tanta espacialidad?
Mis pies se inquietan en esta selva… queriendo ir por más
a besar la profundidad.
a besar la profundidad.
¿Qué haríamos con nuestra cabeza?
Hay agua sin pez, pero no hay pez sin agua.
Ella…. se ahogará.
El horizonte ahora parecía reposarse sobre nuestro cuerpo cortándonos al medio.
Su naturaleza poco buceadora no tardaría mucho en echarse atrás
¿Cargar su muerte?
¿Dejar a los pies pendientes?
¿Dejar a los pies pendientes?
… allí nos encontrábamos,
Boyeando.
a veces más, a veces menos.
a veces más, a veces menos.
Aprendiendo a flotar
Cada partecita en su lugar.
y… ¿saben qué? A veces nos invertimos!
Patas pa arriba, va la cabeza al agua.
Pero eso… es otra historia!